Hipertensión

La presión arterial es la presión que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias, los vasos que llevan la sangre desde el corazón a todos los tejidos del cuerpo. Es posible que la presión arterial no sea constante las 24 horas del día, pero depende de la actividad del individuo. En algunas personas, la presión arterial se eleva muy por encima de los niveles normales, lo que presenta riesgos para la salud.
Por lo tanto, se considera que las personas que padecen hipertensión arterial crónica padecen la enfermedad. Aproximadamente el 15-25% en los países occidentales sufren. Se divide en dos categorías, la primaria y la secundaria. En el primario se desconocen las causas y ocupa el 95% de los casos.

Se considera que la causa probable no es una buena regulación del sistema pasivo, lo que da lugar a un aumento de las resistencias periféricas. La hipertensión secundaria se debe a anomalías endocrinas y renales. Ambas especies presentan una fase avanzada de complicaciones graves, y además la enfermedad se considera un factor de riesgo primario para la enfermedad coronaria. Algunos de los factores que pueden aumentar la presión arterial son: La herencia, el sexo, la edad, la raza, la dieta, la actividad física, el alcohol, el tabaco, el estrés.

La medición de la presión se expresa en milímetros de la columna de mercurio, por ejemplo, 120/80 mmHg. Los valores que van de 11 a 130/70-90 mmHg normalmente se consideran normales. Se considera que las personas hipertensas son superiores a las anteriores. Las personas de alto riesgo son un grupo de alto riesgo para las enfermedades cardiovasculares y deben recibir medicación para controlar la presión.
Las personas con hipertensión se ejercerán con el consentimiento de su médico si su hipertensión se controla antes del ejercicio.

Tratamiento de la hipertensión

El papel decisivo en el tratamiento de la hipertensión es el cuidadoso control de la dieta, a saber, la reducción de sodio, calorías, mayor actividad física y farmacoterapia. La naturaleza de esta última depende de la gravedad de la enfermedad. Por otra parte, la nutrición y el ejercicio desempeñan un papel importante en todas las etapas de la enfermedad.

Un gran número de estudios epidemiológicos han demostrado que el ejercicio aeróbico regular provoca una disminución de la presión arterial sistólica y diastólica en individuos hipertensos, lo que conduce a una reducción o suspensión de la terapia con medicamentos. Algunos argumentan que el ejercicio de baja intensidad (60% del VO2 máx.) Conduce a una reducción de la presión arterial.